GINEBRA NO ERA LA MUJER DE ARTURO, ERA LA AMANTE

Estos papagayos del nazio catalán, la mayoría de ellos digo, carecen del sentido del ridículo. Un defecto que les hace descubrir otras carencias palpables a simple vista; como el...

Estos papagayos del nazio catalán, la mayoría de ellos digo, carecen del sentido del ridículo. Un defecto que les hace descubrir otras carencias palpables a simple vista; como el sentido de la mesura o la incapacidad para evaluar otras realidades que van más allá de sus quimeras. Es como llevar un pollino sin alforjas. Si carecen del sentido de la vergüenza, ni nada que se le parezca, no las necesitan.  Es un peso muerto para el burro. Los independentistas catalanes, conviene aclarar, si tienen valores, pero carecen de principios. Todo está sometido al fin que se persigue, dando por bueno aquello de que el fin justifica los medios. Luego ¿Para que los quieren los principios, cuando éstos son un incordio para sus metas?. Mejor prescindir de ellos. No extraña pues, que se cisquen en el sentido de la ética, de la dignidad o del decoro. Son todos bagajes inútiles. Eso si, rodeados siempre de una estética y una plasticidad que una vez rayara y otra también, el esperpento; y cuyo único fin, como se ha visto, no era otro que dar el pego a la candorosa y vocinglera ciudadanía que les apoya en sus quimeras. ¿Recuerden la pomposa firma del «decreto» de la convocatoria oficial del referendum soberanista, con el Más de sumo sacerdote?…Un sainete burlesco donde el honorable President, el rey Arturo de la Catalonia Kingdon, rodeado por toda una corte de vasallos «lamepompis», estampaba su firma en el pergamino que se hallaba dispuesto sobre la mesa. Una mesa de caoba inmensa, que al contrario de aquella otra llamada «redonda», a mi se me antojaba cuadrada y coja. Eso si, todo hay que decirlo, dentro de una ceremonia revestida de una gravedad eclesial y rodeada de una liturgia y pompa tan transcendental, que para si quisieran en la corte de Arturo, el verdadero, digo. Porque a partir de aquí, las semejanzas con el inglés, se me antojan bastante dudosas…Vean si no: Aquí, el Lancelot catalán es obeso y bizco; y la dama a rescatar, aunque también se llamaba Ginebra, en la quimérica Catalonia Kingdon o republicanilla, Ginebra solo era, es, un enclave geográfico, un accidente territorial, un enjuague de urgencias para simular, tapar o encubrir, el trasvase incalculable de pasta robada hacia sus bancos…Y mientras el vodevil de villanos 1411807887_487738_1411829563_fotograma_2se daba dentro, fuera, el griterío de la amorfa masa se hacía ensordecedor…!Ara va en serio!…clamaban las huestes soberanas…!Per fí s’ acabat l’ Imperi Espanyol!, !Ja som lliures!…Pobres ilusos. Embargados por una emoción indescriptible, no se dieron cuenta que estaban siendo victimas de una clavada histórica como jamás vieran los siglos. Joer, que me dieronGANAS de plantarme en Cataluña y montarle a la casta secesionista una cruzada del copón por la Independencia. Si, si, como lo leen !por la independencia!. Hay que ser solidario…Y es que no se puede tomar el pelo a la ciudadanía de esa manera, por muy primaveras que sean.

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De San Sebastiián de los Reyes, un poblacho situado al norte de Madrid, justo a 18 kms de la Puerta del Sol. Justo la diferencia que había entre una incipiente modernidad y la edad media. Un pueblo lleno de asnos, ovejas, cabras, mulas y carretas tiradas por bueyes,,,Hablo de mi niñez, claro. Eran los tiempos de los caciques, de los miedos ancestrales, de la mujeres de negro y de un servilismo tirando a la esclavitud. No obstante recuerdo con añoranza aquellos lejanos tiempos con mis primos que tenían una casa de labranza con un gran corralón, algunas tierras y muchos animales, incluidas un rebaño de ovejas. También las eras y los trillos en los tórridos veranos. Un pasado no muy lejano y que parece haberse mantenido vivo en los clichés de la memoria. Lo demás es rutina cambiante.

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