ROMPER CON EL PARADIGMA II PARTE

Foto: Alon Albergu ROMPER CON EL PARADIGMA La sensualidad patrimonio natural del ser humano Por Pedro Taracena Gil SEGUNDA PARTE Antes de continuar sobre las opciones sexuales, es preciso...
2001
EL TEMPLO DE DEBOD Foto: Pedro Taracena

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Foto: Alon Albergu

ROMPER CON EL PARADIGMA

La sensualidad patrimonio natural del ser humano

Por Pedro Taracena Gil

SEGUNDA PARTE

Antes de continuar sobre las opciones sexuales, es preciso hacer un hueco a la virginidad. El estado virgen tanto del hombre como la mujer, era valorado de forma diferente. El hombre tenía patente de corso para abandonar este estado tan pronto como tuviera oportunidad; encontrando siempre un apoyo en un amigo o en algún familiar. La mujer sin embargo debía ir virgen al matrimonio, de otro modo era rechazada por el posible pretendiente y en otros extremos, si se perdía antes del enlace matrimonial caía una mancha sobre ella y en algunas etnias sobre su familia. La virginidad en la actualidad carece de valor y tan solo en los colectivos creyentes y practicantes, se tiene en cuenta. Actuando más como prejuicio social, que como convicción religiosa o moral.

Cuando el paradigma se rompe, se destruye de forma radical, porque es difícil de recomponer y más aún mantener ciertas partes de un todo, granítico y ancestral una vez roto. La libertad se impone y los prejuicios irracionales dan paso a la naturaleza que es todo lógica, mostrándose dócil ante la voluntad del ser humano. Libertad, responsabilidad e igualdad. Todos estos valores no pretenden justificar y argumentar la ruptura del paradigma. No, solamente pretenden observar cómo se comportan la mujer y el hombre cuando no pesa sobre ellos, las imposiciones que contradicen su natural forma de realizarse. Evitemos caer en epítetos como: antinatural, contra natura, aberración sexual, desviación de la conducta humana y otros que califican como negativo todo aquello que es ajeno al paradigma ancestral. Calificativo repetido en este ensayo de forma ineludible. Es evidente que en ausencia de libertad en las relaciones mutuas de cualquier naturaleza, el abuso de una de las partes sobre la otra y las agresiones que violenten la voluntad del otro, nos sitúan en conductas perversas y detestables. Pero mientras obedezcan a decisiones  libres y responsables, sin prejuicio de un tercero, el paradigma lejos de recomponerse, seguirá roto para siempre.

Después de esta anotación necesaria, nos adentramos en el interior del paradigma descompuesto y desactivado. Cómo abordar la bisexualidad, la transexualidad, el cambio entre parejas, el llamado menaje á trois, la orgía… Todo ello lo vamos a tratar aquí a partir de la base de que estos comportamientos no contradigan la voluntad de los protagonistas en cualquier variante del encuentro sexual.

Hay hombres que nacieron mujeres y mujeres que nacieron hombres. Es una evidencia incontestable, porque los órganos reproductores son de naturaleza biológica, y los sentimientos y las opciones sexuales emanan de la mente. El género no es exclusivo del órgano genital, es más complejo y se encuentra en lo más profundo de la personalidad del ser humano. El paradigma se rompe porque esta materia no es de índole moral y encorsetar la naturaleza de la persona en un paradigma hecho por los hombres para medir y excluir a los otros hombres, es perverso. Como resultante de esta ruptura la legislación de cada país, tiene en sus manos elevar a legal lo que en la calle es real de índole natural. No ha estado nunca en las manos del hombre o la mujer racionalizar el curso de su propia naturaleza. Bien es verdad que la ciencia está dando respuesta y encauzando estos conflictos personales, de forma satisfactoria.

Otra de las opciones de índole sexual que podemos observar y que corresponde a la vida hecha realidad y tangible, es la bisexualidad. Es decir, aquellos seres humanos que siendo heterosexuales, sienten también atracción sexual por el mismo sexo. La opción puede presentar conflictos frente a una tercera persona, pero esto no anula la realidad y tan solo se puede valorar como negativo, si se perjudica o engaña el compromiso contraído con otra persona. Pero nunca por cuestiones religiosas o costumbres morales. La bisexualidad  es una forma más de realizarse sexualmente. Es una prueba más de que el modelo natural basado en la libertad y en la igualdad, nada tienen que ver con el paradigma impuesto por los dioses, implantado por la clase sacerdotal que se arrogaba la infalibilidad de interpretar la verdad absoluta, al margen de la naturaleza. El placer es naturalmente positivo y la realización sexual un atributo y un derecho.

Después de estos planteamientos que venimos considerando de procedencia natural, es decir la sensualidad y la sexualidad, existen otras realidades las cuales se sitúan en el campo del amor. Como realidad social venimos observando las diversas opciones amatorias, formales, legales, de hecho o de derecho. Pero siempre contemplando dos sujetos como únicos protagonistas. No obstante la realidad nos dice que hay quien ha tratado de darse respuesta a la cuestión de tres protagonistas en el juego amoroso, no solamente de forma esporádica, sino establecido que no formalizado de derecho, en una opción de convivencia. Esta práctica minoritaria e innegable en nuestros días, rompe más si cabe el paradigma ancestral. Los hay que lo consideran contra la naturaleza y sus defensores, determinan que es una opción como las demás. Cuando las encuestas que estudian todas estas cuestiones que venimos tratando muy someramente en este breve ensayo, hacen preguntas secretas, espontaneas y libres, todas las opciones naturales posibles salen a la superficie con todos sus matices, es el bagaje cultural el que encorseta los hábitos y costumbres en lo tradicionalmente admitido como único natural y bueno. Pero nada tiene que ver con que esa estructura sea granítica y eterna. Hay libros que han profundizado en estas fórmulas de convivencia basadas en una relación íntima amorosa con tres personas de diferente género, libre, sincera, simultánea, estable  y sexual. Donde siempre está presente el consentimiento de todos los integrantes de la unidad amorosa. Estos libros son: El mito de la monogamia. Siglo XXI. Madrid, 2003. Por David Barash y Judith Lipton. O también, Promiscuidad. Editorial Laetoli. Pamplona, 2007.

Aunque este breve ensayo se quede corto a la hora de abarcar la magnitud de la grandeza de la sensualidad y sexualidad humanas, no podemos ignorar las opciones llamadas aberrantes: El triángulo sexual formado por tres personas combinando todas las posibilidades de género, es evidente que no corresponde a ningún estatus social formalizado pero es una prueba de que existe este tipo de relaciones sexuales. Son opciones libres y privadas, no clandestinas porque quien las lleva a cabo no es reo de culpa. Cualquier práctica sexual por extrema que sea a los ojos de los demás, solamente si quebranta la ley o escandaliza a menores, constituyen una conducta punible. Avanzando hacia los extremos, también toman parte de la realidad las orgías y las bacanales, heredadas sobre todo de los romanos. Como hemos trazado anteriormente, si son privadas, libres y no se denigra a la persona, toman parte de la riqueza que ofrece la capacidad sexual del ser humano.

Antes de que la sociedad en su mayoría hubiera roto el paradigma, que atenazaba los usos y costumbres de índole sexual, se produjeron comportamientos sexuales transgresores del puritanismo imperante. En el ámbito privado se realizaban intercambio de pareja dentro del hábito heterosexual tradicional. Un encuentro que proporcionaba otras alternativas sexuales, eróticas y creativas. Serían pecados para la moral pero no para el mundo laico.

Nos hacemos eco también de otra sensualidad mucho más sutil e imprecisa. Se trata de la atracción sentida no importa en qué género nos situemos, a la hora de manifestarnos mutuamente cariño, ternura, complicidad, amistad, hermandad, camaradería o compañerismo. En este campo la sensualidad, es decir la expresión espontánea de los sentimientos, está encorsetada en unas formas sociales tradicionalmente etiquetadas ausentes de expresividad. Aunque en los últimos años podemos observar una evolución manifiesta: los hombres y las mujeres se dan dos besos, aunque no sean familiares consanguíneos, y entre hombres se besan sin connotaciones homosexuales. Pero si rompemos el paradigma, rompámoslo en todas sus acepciones. Las muestras sensuales de cariño que se intercambian, por ejemplo las mujeres entre sí, no se reproducen de forma análoga a la de los hombres. Habría que hacer una reflexión sobre, si el auto control que se imponen los hombres a la hora de manifestar las muestras de cariño o de ternura, obedece a reminiscencias del paradigma de antaño, o bien somos conscientes de que estamos reprimiendo nuestros sentimientos sensuales: abrazos, masajes entre hombres, aplicación mutua de crema solar, un sinfín de conductas que llevan consigo la amenaza de pasar por homosexuales. Advirtiendo, no obstante, que no hemos mencionado los órganos genitales ni las sensaciones sexuales. Además estas sensaciones conscientes no entienden de género, son comunes al ser humano porque posee los mismos sentidos: ver, oler, gustar, oír y tocar. Para hombres y mujeres y entre hombres y entre mujeres. El resultado de la reflexión, quizás, nos anuncia que estamos renunciando a algo en aras de lo absurdo… Porque hemos atribuido, no solamente conductas de protocolo y cortesía superficial, sino que también hemos reprimido nuestros impulsos espontáneos que contienen sentimientos de alto contenido humanístico. No se trata de romper el paradigma de antaño y reemplazándolo por otro de hogaño. Con este planteamiento lo que se reclama es la espontaneidad emocional, al margen de la opción sexual.

No ha sido fácil para el autor de este breve ensayo, huir de tecnicismos científicos que podrían esterilizar su contenido, pero lo que sí pienso que se haya conseguido, es presentar negro sobre blanco esta apasionante  experiencia humana. Es decir, la sensualidad y la sexualidad que es común a todos los mortales, aunque cada cual tenga su forma de vivirla y compartirla, al margen del paradigma. Paradigma que es preciso reconocer que pesa como una losa sobre todo en generaciones pretéritas. Aunque ahora tengamos  la satisfacción de entregar otra realidad más humana a las generaciones venideras.

Este breve ensayo estaría mutilado si no dedicara unas líneas para aquellas personas que teniendo a su alcance una vida sensual y sexual, renuncian a ella y se consagran a la castidad, más aún a una virginidad perpetua. Hombres y mujeres, todos ellos consagrados a causas religiosas o laicas, bajo un rigor estoico. Este autor ha tenido la oportunidad de conocer de viva voz a personas que han hecho suya, también, esta realidad. Aunque hay teorías que mantienen que unos se hacen eunucos por voluntad propia y otros son eunucos por una causa transcendental, asistidos por una fuerza que les alivia la concupiscencia. Esta composición CONTEMPLACIÓN,  pretendida como un poema, nos hace movernos en la línea divisoria entre el sentir y consentir, entre lo místico y lo sensual…

 

CONTEMPLACIÓN

 

El verbo se ha clausurado,

el silencio se hace salmodia

y el trino de los vencejos,

interrumpe la madrugada.

Resaca de noches engolfadas

con las mieles del amado,

droga cotidiana de eunucos,

del infierno escapados…

¡Qué días preñados

de sol y luna!.

¡De muerte y vida,

embriaguez y locura!.

¡Oh! noches aladas,

colmadas de angélicos aquelarres.

Fiestas vividas en íntimas estancias,

llenas de inconfesables placeres;

sufriendo en las almas,

la divina ausencia.

Bendita incomunicación,

pórtico y flagelo de mi vida,

lecho mortuorio de mis sentidos.

¡No me pidas regresar

de esta locura…!

¡Me atrapó…!

Antes de nacer o antes de morir.

En un principio o al final.

Siempre o nunca.

¡Déjame que me abandone

en mi afán!

Hora tras hora.

Salmo a salmo,

hasta el final…

 

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CulturaEspaña

Periodista y amante del relato corto y del ensayo. Como escribía Unamuno: "Mi religión es buscar la verdad en la vida y la vida en la verdad" Condeno con todas mis fuerzas el genocidio franquista desde 1936 a 1975.

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