Atendiendo a la definición del Diccionario de la Real Academia Española online, entendemos por «auditoría» lo siguiente: «Inspección o verificación de la contabilidad de una empresa o una entidad, realizada por un auditor con el fin de comprobar si sus cuentas reflejan el patrimonio, la situación financiera y los resultados obtenidos por dicha empresa o entidad en un determinado ejercicio». Esta definición, que es bastante completa, arroja luz sobre una realidad innegable. Las auditorías periódicas no solo son importantes en cualquier empresa de cualquier tipo, sino que son necesarias. Con ellas, hacemos balance de gastos y beneficios, de préstamos online con asnef y bancarios, etc.
Por supuesto, si queremos realizar auditorías cada cierto tiempo para controlar con eficacia y eficiencia la contabilidad de la empresa, asegurando así su vida a largo plazo, hemos de ser conscientes de la necesidad de contratar a un o una profesional que se encargue activamente de esas cuestiones. Un auditor o una auditora sabrá qué tipos de auditoría existen, cómo se planifican y se ejecutan, y qué tipología se adapta mejor a los intereses de nuestra empresa. Aunque nosotros, como dueños o dueñas, debamos controlar y coordinar el proceso, la persona profesional ejercerá toda la responsabilidad a la hora de llevar a cabo el procedimiento.
Un procedimiento, como decíamos, complejo. No basta con que el auditor conozca a fondo los principales procesos de financiación; por ejemplo, cuántas subvenciones para empresas existen en el sector público, a nivel estatal o regional; y qué diferencia sustancial existe entre un préstamo otorgado directamente por una entidad bancaria, o créditos online rápidos solicitados mediante formulario web a través de internet.
La auditora debe saber, por ejemplo, que existen las auditorías internas o externas, la auditoría global que se ocupa de gestionar y calcular cuentas anuales, las auditorías medioambientales, etc. También debe saber que, por norma, en una auditoría contable participan no solo los altos cargos de la empresa y los expertos del departamento de contabilidad, sino bancos, accionistas y proveedores, interesados en el devenir financiero de la empresa por distintos motivos. En definitiva, el auditor o la auditora está plenamente cualificado/a.
