Quien haya cumplido los cincuenta quizás recuerde una serie de televisión, Logan’s Run, de la segunda mitad de los 70s, que ha pasado a ser un clásico de las antiguas producciones de ficción para la pequeña pantalla. El argumento planteaba una sociedad en el futuro, gobernada por una casta de líderes de la que la población solo sabía de su existencia pero a la que nunca llegaba a conocer. En esa sociedad todos eran jóvenes, porque conforme sus miembros iban llegando a los 30 años de edad eran eliminadas en una ceremonia mediante la que partían hacia una existencia mejor. Una ceremonia a la que los destinados a desaparecer asistían encantados, porque desde niños habían sido enseñados en esa creencia. Pero la realidad era bien distinta. Lo que realmente sucedía en cada ceremonia era que todos lo que cumplían treinta años eran asesinados. Cuando un habitante de esa sociedad descubre que el gobierno está constituido por personas mucho más mayores de 30 años, se da cuenta del engaño bajo el que todos han vivido y logra huir al mundo exterior, en compañía de dos personajes más. Desde semejante inicio argumental, la serie se desarrolla capítulo a capítulo en las aventuras que corren los tres protagonistas en un mundo para ellos nuevo y desconocido, mientras huyen de sus perseguidores, quienes tratan de matarlos para que el mayor misterio de esa sociedad siga estando oculto: que una civilización en la que nadie llega a vivir más de treinta años es dirigida, en realidad, por una casta de ocultos gobernantes ancianos que mantienen su identidad y su edad en el más absoluto de los secretos.
8 febrero, 2020
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