25 enero, 2020
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Había pasado una semana desde el incidente de la embajada mejicana en La Paz, Bolivia, y los medios de comunicación españoles aún no habían caído en la cuenta de que la prioridad del gobierno español en funciones quizás no había sido tanto proteger los intereses de Podemos como futuro miembro de un gobierno de coalición, como mantener ocultas las relaciones del pasado y el presente de un expresidente de Gobierno Rodríguez Zapatero con dictaduras y narco regímenes sudamericanos. Relación mantenida tanto en la actualidad como en tiempos anteriores, durante su presidencia. Una relación de década y media que, como en el caso de Evo Morales y su escapada desde Bolivia hacia Méjico, quedaba patente cuando éste pedía la mediación del propio Rodríguez Zapatero entre el nuevo gobierno boliviano y el impresentable y huido narco ex presidente Morales.
Hoy, 24 de enero de 2020, aún no ha hecho un mes desde aquél chapucero operativo de extracción, más digno de una historia de Mortadelo y Filemón que de un grupo de operaciones especiales que goza de prestigio internacional, el escándalo del intento de intrusión en la embajada mejicana en Bolivia se diluye entre otros escándalos más recientes, en los que el público centra su atención. Como escribí no hace mucho en este blog, la corrupción de hoy se pierde en la memoria del pueblo, confundida con los sucesivos casos que en España se van dando por obra y gracia de las castas dominantes e influyentes y sus abnegados siervos, los medios de comunicación del sistema, los partidos políticos, y otras gentes y colectivos colaboradores necesarios de la gran corrupción que vive España. Aunque no deja de ser una especie de paradoja que ya nadie parece recordar este curioso caso de intento de extracción clandestino precisamente porque el escándalo en cuestión ha crecido en dimensiones y ha alcanzado a las relaciones de ciertos políticos con los pasados y presentes gobiernos comunistas de Venezuela.