GOYA, TODA UNA VIDA EN AUTORRETRATOS

Tanto en óleos como en dibujos, solo o en retratos colectivos, Goya dejó reflejado su autorretrato en numerosas obras. Cronológicamente, los autorretratos dan una idea clara de la evolución...
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Tanto en óleos como en dibujos, solo o en retratos colectivos, Goya dejó reflejado su autorretrato en numerosas obras.

Cronológicamente, los autorretratos dan una idea clara de la evolución de Goya, tanto en su aspecto físico como psicológico.

 
1773-75

Años 70

Francisco de Goya (1746-1828) dejó su imagen para la posteridad en numerosas ocasiones, unas veces con su efigie, otras de cuerpo entero y en numerosas ocasiones incluido en el conjunto de un cuadro de grupo,

El autorretrato más temprano que se conoce fue probablemente realizado hacia 1773-75 (óleo sobre lienzo) tras la vuelta de su viaje a Italia de 1770. Existen, sin embargo, varias hipótesis sobre la cronología de la obra, algunos autores le dan una fecha anterior al viaje y consideran realizado para que su familia lo tuviera presente ante su inmediato viaje. Otros especialistas creen que es un retrato de bodas.

Goya se representa de busto y en posición de tres cuartos mirando al espectador con ojos expresivos y penetrantes. Aparece con larga cabellera suelta cayéndole por los hombros hasta llegar a la casaca que lleva puesta confundiéndose con esta y el fondo oscuro. Destaca su redondeado rostro y su constitución algo gruesa.

Este es un retrato de corte realista, afín a la moda imperante. Se conocen varias copias y réplicas de este retrato.

 
1783

Años 80

En 1783 encontramos otra nueva imagen del artista. Esta vez también aparece de tres cuarto, pero en actitud concentrada en el motivo del lienzo que parece pintar, y cuyo pincel se observa en su mano derecha. Aquí la pincelada es aquí más suelta y Goya se muestra vestido con ropa cómoda en un interior sobre un fondo liso y neutro. Su figura nos sigue mostrando a un hombre corpulento con una abundante cabellera recogida en una coleta. El único elementos que aparece con él, además del pincel, es el borde del lienzo en el que trabaja. El estilo está entre el neoclasicismo y el romanticismo del XIX.

Este mismo rostro suyo lo va a reproducir en su “Predicación de San Bernardino de Siena” (1781-83) donde Goya aparece autorretratado a la derecha, entre la multitud. Asimismo, aparece en el Retrato del Conde de Floridablanca de 1783 y en la obra que dedicó al año siguiente a representar la familia del infante Luis de Borbón.

Además de pintura, también existen numerosos dibujos en que el artista se autorretrata en esta época, como el busto con peluca del Museo de Bellas Artes de Boston, a grafito;  el conservado en el Museo de Arte Moderno de Nueva York con sombrero de tres picos (probablemente de 1783), de pluma y tinta sepia; y otro de alrededor de 1800, pintado a tinta china y aguada donde aparece su cara totalmente de frente y con una melena unida por las patillas a la barba. Su mirada es de gran intensidad.

 
1795

Años 90

Entre 1790-95 realiza Goya un pequeño autorretrato de cuerpo entero (pocas veces se representa así) conservado en la Academia de San Fernando, el llamado Autorretrato en el taller. Se muestra de perfil mirando al espectador y a contraluz, pintando un lienzo, que no se ve, delante de un gran ventanal.  Viste con calzas y chaquetilla y lleva un extraño sombrero en el que hay unos soportes para poner velas, con las que se supone que pintaba de noche. La pintura dista mucho de los encargos oficiales.

De 1796-97 es otro lienzo sobre fondo neutro donde se ve al artista sentado frente a un lienzo. Sus ojos miran intensamente al espectador y llama la atención en su atuendo un pañuelo estampado anudado al cuello. Algunos críticos sugieren que fue realizado como regalo a la Duquesa de Alba.

Otros dos autorretratos al óleo muy parecidos de busto corto y con gafas (el artista pasaba ya los cincuenta y probablemente necesita gafas debido a la enfermedad de 1792 que le dañó el oído y posiblemente la vista). Se encuentran en el Museo Goya de Castre y en el Bonnat de Bayona, ambos en Francia. Viste elegantemente al modo burgués y su densa cabellera gris está peinada hacia atrás, dejando ver unas anchas patillas. En su rostro serio se refleja cierto cansancio.  Sobre esta imagen se señala que es probable que sea la misma que aparece en el lienzo de la familia de Carlos IV pintado en 1800, obra esta de gran significado, con evidente intencionalidad dinástica, y que demuestra su gran admiración por Velázquez al retratarse realizando su oficio en la misma actitud que el artista sevillano.

 
1800

Entre los años 1797 y 1799 Goya trabaja en la estampación de la serie de Los caprichos. En ellos aparece varias veces su autorretrato, como en “El sueño de la razón produce monstruos” , en uno de cuyos dibujos preparatorios se aprecia la imagen del artista reclinado y rodeado de sueños de pesadilla constituidos claramente por la representación de su rostro; o en su autorretrato Francisco Goya y Lucientes, pintor, con sombrero de copa, descrito en la época como de gesto satírico, en alusión a la intención crítica de esta colección.

Últimos años

También se conservan autorretatos de Goya ya anciano, como los dos lienzos casi idénticos realizados ambos en 1815, uno se encuentra en el Prado y otro en la Academia de San Fernando. No se sabe cual fue primero ni por qué se realizaron ambos.

 
1824

Aunque ambos son muy parecidos, se pueden apreciar ciertas diferencias. El de la Academia tiene la inclinación de la cabeza más acentuada y su pelo es más corto, pero en ambos lleva el mismo atuendo. Pero hay otro diferencia aún más sutil. En el del Museo del Prado se ve al artista enfermo, fatigado y más envejecido, además, está más serio que en el de la Academia donde se le aprecia una media sonrisa a través de los labios. El fondo de ambos lienzos es muy oscuro (en una marrón oscuro y en el otro negro), lo que da un profundo relieve a su imagen, donde se concentra la intensidad del retrato. El rostro de Goya aparece enmarcado por un pelo alborotado y grisáceo que deja a la vista una frente despejada y un porte orgulloso y digno.

En 1820, con setenta y tres años, Goya realiza un lienzo en agradecimiento al doctor Arrieta, quien le atendió en la grave enfermedad que padeció un año antes (posiblemente tifus) en la que fue atendido por este doctor amigo suyo.

La que se cree es la última imagen del pintor aragonés es la que se conserva en el Museo del Prado y que data de 1824, un dibujo que muestra su rostro de perfil y tocado con una gorra.

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Periodista, blogger y escritora de contenidos.

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