Luz en la calle, oscuridad en la casa

Es como un karma, parece que me persiguiera. Cuando vivía en Venezuela lo veía y escuchaba en TV y radio durante sus cadenas nacionales casi diarias, pero sólo un...
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Es como un karma, parece que me persiguiera. Cuando vivía en Venezuela lo veía y escuchaba en TV y radio durante sus cadenas nacionales casi diarias, pero sólo un minuto, o menos, ya que su voz y su discurso vago, full de metralla e injusticia, no son soportables más de eso, un minuto máximo. Ahora, radicado en España, Nicolás Maduro sale a relucir en uno que otro noticiero también a diario, y ese mismo discurso, además de preocupar, da pena, mucha pena con los de allá y los de aquí. Con los de allá, porque sus palabras profundizan la incertidumbre y el estancamiento de alguna solución a este desastre que ha causado él y sus secuaces del régimen. Con los de aquí da vergüenza que un personaje de esa calaña represente a la fuerza política que hoy lleva las riendas de tu país.

A muchos cercanos y periodistas en España (y sé que en otros países) les causa risa la verborrea de Maduro, por lo disparatado y lejos de la realidad de su discurso y sus propuestas. Es una copia del caudillo anterior, su tutor. Así era Chávez, un populista caricaturesco que se desvivía por gobernar para el mundo y caerle bien a los de afuera, mientras el pueblo de su país sufría los embates de su abandono. Tal como me decía mi mamá cuando no quería ayudar a hacer algo en casa y se enteraba de que sí colaboraba en la de mis amigos: «Luz en la calle, oscuridad en la casa». Así funciona la «revolución» chavista-madurista, desde hace varios años convertida en «robolución», como la llamamos los venezolanos convencidos de que el plan de gobierno del régimen es un fracaso para los habitantes pero un éxito para los bolsillos de sus líderes.

Hace unos días Maduro me generó vergüenza (otra vez), con los de aquí y los de allá, al verlo en los noticieros de Antena 3 y de TVE, una de las principales cadenas televisivas del país ibérico, decir a gritos en unos de sus mitines que «España necesita un Maduro, carajo, porque Maduro es muy majo». Que era más popular que los actuales candidatos a la presidencia de gobierno, y si venía a Madrid saldría un mar de gente a saludarlo y a caminar con él. Que si se lanzaba a presidente ganaba, y otras divagaciones más. Esto da pena, y sí, ¿quién no se ríe con esto? Y no es una rutina de El Club de la Comedia, pero podría servir.

Aquí, analizando su propuesta (cosa difícil, eso de analizar lo que dice), realmente España no necesita un Maduro… y Venezuela tampoco. Nadie quiere quiere tanto daño y mal para su país. De que es muy majo, quizás sí lo es, pero basándose en esta definición: «Persona de algunos barrios populares madrileños que en los siglos XVIII y XIX se caracterizaba por sus trajes vistosos, su actitud arrogante y su manera de hablar desenfadada». Ese tipo de majo sí podría ser, porque es habitual verlo ostentando costosos trajes y joyas, y vejando arrogante a sus compatriotas y fieles seguidores en sus alocuciones, insultándolos y tratándolos como seres inferiores a su abolengo imaginario, inventado.


Quizás sea tan popular como los actuales candidatos a la presidencia de gobierno de España, pero se puede ser popular siendo bueno o malo. Hitler, Stalin, Ho Chí Minh y Chávez también lo fueron. Y en ese grupo encaja perfectamente.

Que si viene a Madrid muchos lo acompañarían en las calles y saldrían a saludarlo. No lo dudo, pero no serán los españoles quienes saldrán a recibirlo, sino los miles de venezolanos “exiliados” que se vinieron a España huyendo de su ineficiencia en el gobierno, del hambre y de la crisis social y económica causada por el despilfarro y la corrupción de su régimen. Y creo que si otros miles de venezolanos radicados en Europa se enteran de su visita, también lo irían a recibir a Madrid. Quién sabe si la Interpol también se anote en ese recibimiento. ¿Será por eso que Maduro no ha pasado más allá de Cuba en lo que va de año?

Que si se lanza a presidente de gobierno en España, gana. Bueno, creo que ni su partido afiliado aquí podrá alzarse en las próximas elecciones. Como dije antes, nadie quiere retroceso y mal para su país. Sé que los españoles quieren progreso y buenas noticias para su tierra, y ya tiene bastantes referencias del desastre que Maduro y su sistema socialista moribundo han causado en Venezuela. Por eso no creo que el voto púrpura socialista sea una opción. Ni siquiera con la ayuda de sus «cómplices» en España, como es el caso del diputado Íñigo Errejón (Podemos) quien declaró hace un par de años que en Venezuela había colas de gente afuera de los supermercados porque tenían más dinero para gastar. Pues lo único que me queda es invitar a Errejón y a quienes aún dudan del caos en el que Maduro y sus secuaces han sumido a Venezuela, a que visiten mi país y sobre-vivan allá un mes con el sueldo de alguien de clase media (si algún existe esa clase económica allá), y luego hablamos.

Otra manera de que los españoles que todavía no están empapados con el «modus operandi» de Maduro se convenzan de lo dañino que resultaría para su país un sistema como el chavista, es ver los programas especiales que ha transmitido Antena 3, contenido que certifico y confirmo, porque lo viví y lo vivo a través de mis familiares en Venezuela. Lo más seguro es que en estos días Maduro arremeta verbalmente contra el canal y sus programas de opinión. Le encanta la farándula, y si es internacional, mejor.

¿Sabe qué es mejor y más confiable, amigo español? Hable con algún venezolano «exiliado» en España, salga a la calle y escoja uno al azar, somos muchos los que sabemos que Maduro es pura oscuridad en la casa.

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Periodista venezolano radicado en las Islas Canarias, España. Más de 10 años de trayectoria en medios impresos.

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