6 abril, 2016
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Creo firmemente que en la actualidad el sector más afectado por la crisis pasada y sus resquicios, es sin duda, la juventud. Y sí, cierto es que los parados de mediana/alta edad -me refiero a los de 45 pa´arriba, que de los cincuentones ni hablemos- se encuentran en horas bajas y que hay jubilados que con su pensión hacen llegar a fin de mes a familias. Pero cuando digo que la juventud a día de hoy se encuentra no solo desamparada, sino además pisoteada y apartada de casi todo lo relevante, lo digo en propias carnes.
Un joven de entre unos quince o dieciséis años para adelante va a tener complicaciones, claro está. Pero es que nadie tiende una mano para resolver problemas. Ya no mencionemos casos de bullying ni nada por el estilo, sino que en una sociedad capitalista como en la que vivimos, el individuo en cuestión no tiene motivaciones, estímulo que le atraiga; que le interese. Eso si no tiene un euro, obviamente. Pero la realidad es cruda, y no demasiados cuentan con algunos privilegios.
Además, sin contar tampoco con ayuda desde institución pública alguna, porque últimamente, durante estos cuatros años atrás, los jóvenes se han visto recortados en su base: la educación. Así que, partiendo de ahí, poco más se puede pedir, sacar o hacer.
Los jóvenes algo más maduros, digamos que siguen siendo pisoteados por el sistema. O saca título para acabar currando en un puesto de trabajo humilde y que poco o nada tenga que ver con lo que sabes, o a la puta calle. O fuera del país. Tú eliges. Bueno, o más bien te obligan. No hay opciones.
Pero tampoco es todo negro: hay grises. Sin duda esta generación, nacida bajo democracia, con carencias, virtudes y taras varias; sabe salir del paso. Vivir el día a día. Con paro, pobreza y baches de por medio. Pero aquí estamos. Para cambiarlo supongo. Al menos el concepto. Que el sistema reconozca, no con mera palabrería, sino con hechos, que la juventud no es un problema, sino una virtud que debería ser explotada.