El «oro negro» pide cambio y no hay banca

Cuando se usa algo muchas veces se desgasta, pierde su efectividad, se agota, ya no funciona como antes, no da los mismos resultados de sus primeros días. Eso ocurre...
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Cuando se usa algo muchas veces se desgasta, pierde su efectividad, se agota, ya no funciona como antes, no da los mismos resultados de sus primeros días. Eso ocurre con los objetos, la gente, y hasta con las ideas; en el día a día, en el deporte, la política, la economía, etc.

En el deporte, por ejemplo, a partir del último clásico catalán-merengue de la temporada en La Liga le comenzó a pasar al FC Barcelona, y todavía lo sufre. Al Real Madrid y al Atlético el demonio del cansancio también les tocó las puertas recientemente. Se les desgastaron sus piezas claves por abuso de minutos de juego, por no tener sustitutos, en argot deportivo, por no tener una «banca profunda». Quizás Luis Enrique, Zidane y Simeone sí cuentan con varias opciones para darle descanso a sus «caballos de batalla» de 90 minutos y más (Messi, Suárez, Cristiano, Godín, entre otros tiempo completo), pero piensan que no rendirán lo mismo que sus «cracks», por lo que prefieren seguir sacándoles el jugo hasta que colapsen y comience la debacle, la crisis, el descontento interno y externo al equipo.

Esto también se ve en la política y la economía, y qué mejor que la situación actual de Venezuela como modelo de abuso, de desgaste y agotamiento sin asomo de cambio. Hoy, para mí, el petróleo es como un Messi para el régimen político venezolano, también podría ser el Cristiano Ronaldo, ambos son tan lucrativos y famosos como el «oro negro».

Desde el llamado «boom petrolero» en Venezuela, cuya primera «explosión» (según diversos textos históricos) se dio en la década de 1950, este hidrocarburo ha sido el goleador del gobierno de turno. En los 50’s fue su Púskas, en los 60’s su Pelé, en los 70’s su Cruyff, en los 80’s su Maradona, en los 90’s y principios del 2000, su Ronaldo (el gordito). El petróleo siempre fue ese goleador nato e infalible, la máquina que vulneraba dianas rivales hasta en el descuento, pero llegó el día que de tanta «rosca» (y mal uso) dejó de producir, de ser atractivo y pieza clave para ganar (dinero). Perdió valor.

En la historia económica de Venezuela el crudo ha tenido varios suplentes en la banca, que tal vez no mostraban a simple vista un nivel y efectividad que le diera la talla, pero que hoy, luego de la lesión y el «bajón» del ídolo, muchos los quisieran ver en el equipo titular.

La agricultura, otrora «goleador» de la economía venezolana antes del «boom», es un potencial sustituto. Actualmente todos lo recuerdan y quisieran verlo de nuevo en la cancha. Algunos venezolanos lo honran sumisamente en los campos y se «alimentan» de los frutos de sus hazañas.
Durante la década de 1930, la actividad agrícola tuvo un gran promotor, un «cazatalentos» visionario llamado Arturo Uslar Pietri, quien dio una recomendación a la que poco hicieron caso. En el año 1936 invitó a los líderes del país a «sembrar el petróleo», distribuir y diversificar las riquezas y beneficios que este aportara en sectores como la agricultura, otras industrias, la cultura, el turismo, etc. Sencillamente advertía que no abusaran del «goleador» para que pudiera dar la talla durante muchos años más. Hoy sólo queda aquel artículo publicado en el diario venezolano Ahora, una propuesta que pudo ser y que le revolotea a muchos en la cabeza con zumbido de lamento y culpa.

A Nicolás Maduro, «Director Técnico» (DT) actual de Venezuela, se le cansó su caballo de batalla, su gallo de pelea, y no tiene quién lo sustituya. Tanto él como su antecesor en el banquillo, Hugo Chávez, en 17 años frente al equipo lo que hicieron fue explotar a su número 10, lo pusieron a jugar partidos completos temporada tras temporada, abusaron de sus virtudes… y de los dividendos que les generaba. No invirtieron parte de esas ganancias en la formación y desarrollo de nuevos «cracks» (agricultura, turismo, nuevas industrias, etc.) para darle descanso a su Messi de «oro negro», nunca se encargaron de formar a los sucesores por carecer de capacidad de planificación y liderazgo. Quizás por falta de experiencia y pocas ganas de aprender de los que saben. La previsión y la contingencia son términos que Maduro y su equipo técnico no conocen, y por eso no los aplican. De allí la crisis, el desgaste y los reveses.

El panorama actual de Venezuela y su ubicación desfavorable en el ranking serían otros si se hubiese puesto en práctica la metáfora de aquel «cazatalentos», la de «sembrar el petróleo», que no era más que fundar esa cantera de nuevas estrellas, una Masía como la catalana, una academia como la de los merengues, entre muchos otros centros de formación en el mundo donde germinan los futuros ídolos, que saltarán de la banca al engramado para ganarse un puesto en el 11 titular y convertirse en ese jugador clave que le dará buenos resultados a su equipo.

La mayoría del pueblo venezolano quiere otro entrenador. Ni Maduro ni Chávez supieron administrar y cuidar a su «goleador». Abusaron de su «magia» y lo agotaron, está lesionado y no rinde como antes.
Venezuela necesita un DT que le de oportunidades a otros jugadores con gran potencial y descansar al insustituible, que forme un equipo en el que no haya un protagonista, sino que juegue en colectivo, que se ayude, que trabaje en conjunto para llegar a la portería y marcar; un equipo que sumando las aptitudes de cada integrante genere las mismas ganancias (o más) que las alcanzadas con el esfuerzo titánico de uno solo que ya no da más, y que hoy pide cambio antes del pitazo final.

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Periodista venezolano radicado en las Islas Canarias, España. Más de 10 años de trayectoria en medios impresos.

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