El NOAA o National Oceanic and Atmospheric Administration es una institución que pertenece al Departamento de Comercio de los EE.UU. Fue fundada en 1970 con el propósito de comprender el comportamiento de los océanos, la atmósfera y las costas y, de esta manera, poder tomar las decisiones más acertadas a nivel social y económico.
Pero los fines que persigue son mucho más complejos de lo que hemos dejado entrever en ese primer párrafo. El NOAA es una agencia estadística con un alto valor para la sociedad a nivel mundial gracias a que, a través de sus vías de acción, cualquiera de sus usuarios puede:
- Garantizar la utilización sostenible de los recursos para asegurar el equilibro de os ecosistemas costeros y marinos a nivel mundial.
- Comprender los fenómenos meteorológicos, entre ellos el cambio climático o eventos como El Niño con el fin de tener preparada una respuesta satisfactoria llegado el momento e ir tomando las medidas oportunas desde el presente.
- Proporcionar información meteorológica a nivel mundial a cerca de, por encima de todo, los ciclos del agua, previniendo de esta manera la aparición de sequías, inundaciones y/o tormentas.
- Proporcionar información relacionada con el clima y los diferentes ecosistemas del globo con el fin de garantizar un transporte seguro y eficiente tanto a nivel individual como comercial.
Para llevar a cabo todas estas funciones el NOAA cuenta con un excelente equipo de investigadores científicos que son los encargados de extraer y aplicar la información obtenida de toda la red de instrumentos repartidos por todo el globo.
Pero… ¿cómo son esos instrumentos? ¿y realmente son capaces de prever la aparición de fenómenos climatológicos como tsunamis o huracanes? La respuesta a esta última pregunta es sí. Gracias a una serie de boyas con diferentes características la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica puede predecir con cierto margen la aparición de todo tipo de fenómenos climatológicos y preparar un plan de acción que incluya la evacuación de la población afectada salvando de esta manera millones de vidas.
Para el caso concreto de los tsunamis, el National Oceanic and Atmosphere Administration utiliza una serie de las denominadas boyas tsunámicas para mantener una red de alerta temprana en todo el mundo. Se trata de unos dispositivos que cuentan con sensores de presión capaces de ser instalados a una profundidad de hasta 7.000 metros con el objetivo de detectar al instante las variaciones más mínimas en la superficie del océano.
Además de poder ser fondeadas a grandes profundidades, las boyas tsunámicas han de estar diseñadas de manera que puedan albergar de manera segura y fácilmente accesible por un equipo humano los sistemas de control y comunicación pertinentes. Y, por supuesto, cumpliendo con la normativa de seguridad establecida por la IALA.
El tiempo de respuesta de estos instrumentos ha de ser inmediato. O, cuanto menos, inferior a un minuto. En cuestiones en las que se pone en juego la seguridad de miles de personas cada segundo cuenta. Evidentemente, han de poder ser conectadas vía satélite con la red de la NOAA. Y, por supuesto, han de estar siempre localizables mediante un dispositivo GPS.
Pero no nos olvidemos de lo más básico. Cualquier boya marina ha de ser perfectamente detectable tanto a la vista como a los radares de los barcos que puedan pasar cerca de ella con el fin de evitar posibles choques y daños que afecten tanto a la boya como a la embarcación en cuestión.
Gracias a estas boyas, fabricadas en muchos casos por empresas españolas con sede en el Mediterráneo, organizaciones como la NOAA pueden hacer de este mundo un lugar más seguro de cara a fenómenos climatológicos adversos del calibre de tsunamis y huracanes.
